martes, 11 de diciembre de 2007
Simeone: "Me encanta el desafío"
Los posibles refuerzos. Por qué asumiría el 14.
Hubo agua Evian y café. Café fashion, obviamente. Al personaje que llegaba dentro de esas exclusivas prendas de Armani, realzadas por los selectos accesorios de Ricky Sarkany y ese rectángulo más grande que su muñeca utilizado como reloj, el lugar de La Recoleta —a minutos del único shopping en el que no hay ofertas: el Patio Bullrich— le calzaba mejor incluso que el banco de River.
El afrancesado bar La Dome, en el paquetísimo hotel Four Seasons, sirvió como escenario para la primera reunión oficial entre Diego Pablo Simeone y un interlocutor, José María Aguilar, muy acostumbrado a los trajes pero infinitamente menos top en sus gustos y más excedido que su fibroso invitado.
Allí, mucho más cerca del Monumental que el hotel de Pilar al que el Cholo hubiese accedido al toque desde su casa de Nordelta pero que el presidente descartó por los malos recuerdos que le traía su última visita (almuerzo con Passarella tras la pelea en el vestuario, la noche del partido contra Defensor), el inminente sucesor del Kaiser se entusiasmó con la propuesta de trabajo menos sorprendente de su vida. Y antes de que se cumplieran las poco más de dos horas de charla, entre las 9 y las 11 del lunes en el que asumió Cristina, pronunció la frase que JM ya conocía a través de amigos en común. "Me encanta el desafío", se entusiasmó el técnico más joven de Primera a sólo 58 horas de haber renunciado a Estudiantes, un plazo prudencial dentro del inventario de formas que deben manejarse en el protocolo riverplatense. Antes y después, hubo un repaso por el plantel que dirigirá desde el 3 de enero (Aguilar le llevó un listado minucioso), la presentación del flamante cuerpo técnico de boca de su jefe (el desconocido para el presidente fue Pablo Vercellone, entrenador de arqueros), la aclaración de que casualmente no sumará médico ni kinesiólogos (vacantes que River tiene ocupadas por empleados del club) y la fascinación por la riqueza ofensiva del equipo con la salvedad de que se precisa un nueve de área (Abreu, Suazo y Cavenaghi se colaron como posibles refuerzos), sobre todo si se prescinde de Falcao. Simeone también mostró su debilidad por Andújar, Seba Domínguez, Angeleri y el Malevo Ferreyra, dentro de un amplio menú que combinó gustos personales con posibles incorporaciones, y su sorpresa por los resultados que obtuvo River en relación a su potencial: "No entiendo cómo no le fue mejor", se le escuchó ya motivado con su nuevo rol. Informado de que el presidente del Benfica viajó con una posible oferta, pidió que se intente retener a Belluschi. Se enteró de que un amigo de Aguilar viajó a Chile para tantear a Borghi por si acaso. Hizo brotar sus ganas de ganar. Y se fue.
Lo importante ya había pasado. Para hoy quedó la reunión entre el tesorero Héctor Grinberg y su hermana (y también apoderada) Natalia Simeone en la que se van a definir los números de un contrato que, a diferencia del que habían firmado con Passarella, se extenderá sólo hasta el 31 de diciembre del 2008 y rondará el millón de dólares. Por lo conversado durante 120 minutos, es claro que los caminos de Simeone y River se van a encontrar. Si todo sigue como empezó, de acá al viernes, el día que el Cholo propuso para asumir, sobra el tiempo. El viernes es 14, número fetiche que el DT usaba en sus camisetas cuando jugaba. Un detalle que parece menor pero es elocuentemente abrumador: si está todo resuelto, se pueden atender los pequeños grandes placeres.
Eso también es fashion.