martes, 8 de enero de 2008

Ataque de Cholos



No aguantó. Aunque recorrer los 10 kilómetros que separan el hotel Costa Galana del predio de Apand se hizo más lento de lo que imaginaba, Diego Simeone le ganó al tiempo. Nada de aclimatarse, de esperar un poco para acostumbrarse al aire de mar o de regular la ansiedad por tratarse del primer entrenamiento en esta ciudad. Ansioso, ilusionado, expectante, el Cholo cambió los vasos, el salero y las migas de pan con que soñaba a su River para ponerles nombres propios y, sobre todo, verlos en acción por primera vez. Así, el cuchillo se adaptó a la fisonomía de Ponzio para cortar todo en el medio. Así, los tres dientes del tenedor se transformaron en Rosales, Ortega y Alexis Sánchez, quienes no se cansaron de pinchar y picar. Así, ese sacacorcho punzante y peligroso se convirtió en Abreu, que no paró de moverse hasta abrir la ilusoria defensa rival. Y así, el River 08 por fin empezó a ser el equipo que el Cholo había guionado en su mente.

"¡No nos desacomodamos! ¡No perdemos el orden!". Parado en el círculo central, como si nunca hubiera abandonado su lugar en la cancha, el técnico gritaba y no paraba de moverse. Marcaba jugadas, apuraba el ritmo o frenaba el ejercicio según lo que le parecía. Delante de él, en un rectángulo delimitado por cintas, dejaba ver lo que será habitual en sus entrenamientos: poco y nada del tradicional picón, sí mucho laburo táctico. Y en ese trabajo, la primera confirmación: Rosales, el Burrito y el Niño Maravilla son los tres "enganches" que el Cholo quiere juntar y que hoy, aunque el nombre de D''Alessandro volvió a sonar por Núñez (ver página 17), no tienen contra. Por eso Simeone se preocupó para que obstruyeran la salida rival (en especial al chileno), les marcó posiciones para evitar que se superpusieran y, especialmente, les pidió aceleración para abastecer a su cabeza de área. Sí, Abreu, quien se ubicó bien por el centro para tratar de aprovechar sus 190 centímetros de altura y presencia. ¿Esto quiere decir que será titular? Si uno tiene en cuenta que es el refuerzo que pidió el DT, sí, pero no hay que olvidarse de que la caída de la transferencia de Falcao al Fluminense volvió a poner en carrera al colombiano...

En lo que no quedaron dudas es en que el Cholo está loco con el 3-3-3-1, un módulo táctico que en el último Apertura sólo fue utilizado por el San Lorenzo de Ramón en su caída frente a Banfield. Pero Simeone, en ese mismo torneo, hizo pruebas cercanas al nuevo dispositivo: 3-3-1-3 y 3-4-3. Ayer, en los dos turnos de entrenamiento, le dio forma a su equipo ideal a partir de un mediocampo sorpresa. ¿Cuál? El que se vio con Augusto Fernández arrancando desde la izquierda. Un cambio de frente para el de Pergamino, a quien Passarella había utilizado principalmente por la derecha y sólo en algunas ocasiones, como doble cinco o doble enlace. Después, las presencias de Ferrari y de Ponzio eran imaginables. ¿Y atrás? Emmanuel Martínez por derecha, Oliva de líbero y Tuzzio por izquierda. Aunque se descuenta que los dos primeros arrancarían entre los suplentes y que esos lugares se encuentran reservados para Nico Sánchez y para el defensor que el coach está esperando como refuerzo.

Sonriente, el entrenador no ocultó su satisfacción en ningún momento del trabajo. Aunque pensando en el lejano comienzo de la competencia oficial, y apoyándose en la experiencia de saber que el sistema probado necesita de mucha gimnasia y coordinación (en el último campeonato, con Estudiantes recién incursionó en la línea de tres en la séptima fecha), también buscó variantes. Por eso sacó de la baulera el 4-4-2 con el que dio la vuelta en Estudiantes. ¿Lo usará en el inicio? El técnico practicó este enroque a partir de un cambio: el ingreso de Ahumada (se paró de doble cinco junto con Ponzio) por Ortega, pasando Ferrari al fondo, y adelantando unos metros a Alexis Sánchez. Pim, pam, pum. Todo a mil. Sin freno. Como arrancó el ciclo de este ataque de Cholos.

Cholo Simeone

Cholo Simeone

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