lunes, 5 de noviembre de 2007

La religión del Cholo Simeone




Pasó de futbolista a DT exitoso en 10 meses. Garra, camisas negras y mandamientos.

El fútbol argentino consagró a su nuevo gurú. La primera final en la historia de los campeonatos cortos sirvió para que el ambiente del fútbol se rindiera a los pies de un técnico que hasta hace 10 meses todavía era jugador. La definición entre Estudiantes y Boca dejó el título en manos del equipo más creyente de los últimos años. Un plantel y miles de peregrinos que jamás se dieron por vencidos, cuando sólo las matemáticas estaban de su lado. El flamante Paulo Coelho del fútbol se llama Diego Simeone. Y tiene su propia Biblia futbolera.
"Creerás siempre en tus posibilidades". Había que descontarle cuatro puntos de seis a Boca para forzar un partido desempate. Las apuestas decían que el equipo de La Volpe era fija para alzarse con el primer tricampeonato de su historia. No podía fallar. Ante el escepticismo, Simeone arengó a los suyos. "La gente que venga tiene que creer". Pasó Argentinos y un empate in extremis atragantó el festejo. Boca perdió en Córdoba. Había que ganar en La Plata y encomendarse al santo granate para que Lanús venciera en la Bombonera. Simeone, a la manera de un Almafuerte del siglo XXI, no se dio por vencido. "Nunca hay que dejar de creer". Estudiantes pasó más de 80 minutos sin poder lastimar a Arsenal, mientras Boca manchaba el traje de favorito en su propia casa. Hasta que los goles de Alayes y Pavone forzaron la finalísima. El pueblo Pincha creía. Como nunca.
Cuando Sergio Pezzota marcó el final del final, todas las cámaras le hicieron marca personal al técnico de la camisa negra. Diego Simeone portaba su mejor sonrisa, y la satisfacción de que los suyos
-adentro y afuera de la cancha- habían entendido la lección. En pleno festejo, no se olvidó de recordarlo: "Este fue un mensaje para todos los ámbitos de la sociedad: en la vida, jamás hay que dejar de creer. Esto es clave, por eso lo repito: si se cree, se puede".
"Lucharás cada pelota como si fuera la última". La convicción que el técnico campeón inculcó a los suyos hizo que Estudiantes jamás se desordenara. "Despacito, no te apures", le dijo Juan Sebastián Verón a José Sosa antes del inicio del segundo tiempo de la final. El equipo del Cholo perdía por un gol contra Boca y tenía 45 minutos para remontarlo. No se desesperó nunca. Destiló aplomo, como si los jugadores hubiesen sabido de antemano que el destino les tenía preparada la gloria. Y fue justo Sosa el autor del empate, con un tiro libre de ésos que ejecutan con precisión de relojero consagrados como el mismísimo Verón. "El equipo nunca se volvió loco cuando perdía y buscó siempre. La fortaleza anímica y la historia tienen mucho que ver. La mística sigue viva". Las palabras de José Luis Calderón resumen la lógica Simeone: temple y garra, las mismas virtudes que destilaba el Cholo en su época de jugador.
"Tu equipo será temible en cada pelota parada". Estudiantes hizo 12 goles gracias a las jugadas de laboratorio que pergeña su técnico. Simeone es un obsesivo de los corners y los tiros libres, estrategias que mamó desde que en la europea Sevilla tuvo como entrenador a Carlos Bilardo. En City Bell, donde Estudiantes entrena y duerme, cada pelota parada se practica hasta el cansancio. Hasta que no sale bien, no se pasa a la siguiente. El "Cholo", silbato en mano, suele relojear las posiciones de sus jugadores y pulir hasta el más mínimo detalle. El equipo aprendió el libreto de memoria.
"Repatriarás a un ídolo y será tu espejo en la cancha". En los oídos de los hinchas de Estudiantes retumbó mucho más el regreso de Juan Sebastián Verón que la contratación de Diego Simeone para dirigir al equipo. "¿Simeone? ¿No viene de fracasar en Racing?", esbozaron algunos. La llegada de Verón, luego de varias temporadas en Inglaterra y España, insufló nuevos ánimos a la hinchada. Aterrizaba en el equipo para adueñarse de él y dirigirlo desde adentro, como un eximio titiritero que maneja a sus personajes de acuerdo con el guión preestablecido. Verón fue el soldado de Simeone en el césped. La Selección los había hecho amigos; las actuaciones de Verón lo convirtieron en el principal interlocutor del mensaje que emanó desde el banco de suplentes. La sociedad funcionó. Y no fue nada anónima.

"Reemplazarás la ropa deportiva por camisas negras de Armani". Impecable y cabalero como sus maestros, Simeone se encomendó a las prendas oscuras desde los primeros partidos del campeonato. Fanático de la casa italiana, aprovechó su estadía en Roma –jugó en la Lazio- para atiborrar sus armarios de trajes hechos a medida. Los estrenó en Racing. Se consagraron en Estudiantes.
"Harás campeón a un equipo sin cancha propia". Los milagros de la era K hicieron que la casa de Estudiantes pudiera ser remodelada desde principios del Apertura. Gracias a una gestión de Juan Sebastián Verón (¿el más kirchnerista de los campeones?), la intendencia platense aprobó las postergadas modificaciones en el estadio. Y el equipo debió mudarse al Estadio Único, templo artificial que hospedó al peregrinaje de los dos clubes platenses. Cuando Estudiantes trituró a Gimnasia asestándole siete puñaladas, a nadie le quedó ninguna duda de que el coloso de los 60 millones de dólares sería la catedral del sentimiento pincharrata.
"Con tu convicción, vencerás a los poderosos del fútbol". Creer o reventar. El lema de Simeone sirvió para que sus jugadores se sintieran los mejores. Y para contagiar aquello que el hoy técnico demostraba ayer, como jugador: hambre. El ex-capitán de la Selección es un obsesivo del trabajo. "En los almuerzos arma las tácticas con el salero, el frasco de pimienta, los cubiertos o el pan", lo describió su esposa, Carolina, a quien el "Cholo" dedicó el título. La Plata ya venera a su nuevo dios pagano. Un estudioso de la pelota que ya daba indicaciones cuando era futbolista. La religión Simeone tiene sus propios mandamientos. Y la liturgia de todos los domingos lo acaba de consagrar campeón.

Cholo Simeone

Cholo Simeone

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