El Cholo banca la que se viene entre Clausura y Copa. "Es saludable tener exigencias, desafíos y seguidilla de partidos", comentó el DT que de a ratos habló con el cuchillo entre los dientes...
Cada vez que abre la boca, Diego Pablo Simeone enseña sus modos, sus formas y sus intenciones. Disfruta, indudablemente, las charlas futboleras, las situaciones tácticas. Goza cuando intenta dibujar en la mente de su interlocutor los movimientos que imagina para sus jugadores.
El Cholo muestra, también, su temple y su corazón cuando dice que "es saludable tener exigencias, tener desafíos, tener una seguidilla de partidos importantes". Asegura que eso "a todo jugador lo potencia", quizá porque eso sentía él cuando jugaba, porque previsiblemente eso debe andar recorriendo su mente cuando sabe que después de Argentinos llegarán la ida de los octavos de la Libertadores, el superclásico y la vuelta de la Copa. Uno detrás de otro, sin descansos. Y sin preocupación. "Se vienen partidos importantes y los jugadores importantes aparecen en esos partidos", saca pecho después de una derrota, la única en el torneo local, el punto más bajo para un técnico que prioriza el resultado por sobre el juego y al que una caída le duele en la tabla de posiciones. "En el fútbol te exigen jugar bien, ganar... O mejor dicho: te exigen ganar, exigen jugar bien", se corrigió ayer, dejando en claro que el orden de los factores altera su producto final, su búsqueda.
Cada vez que abre la boca, además, Simeone deja ver ese cuchillo entre los dientes que lo marcó como jugador. Aunque el brillo de esa arma a veces refleje lados oscuros. El Cholo, este Cholo, recibe de muy buena gana cada centro periodístico, cada pregunta elogiosa. Pero se enfada y responde de mala gana, seco, cortante, cuando se intenta conocer los porqué de sus decisiones, como la inclusión de Ortega ante Central tres días después de excluirlo del banco a la espera del "mejor Ariel"; cuando se lo consulta sobre el acuerdo por el cual Falcao jugó ante la Católica pero se perderá la ida de los octavos (ver página 19); cuando se investigan los motivos por los cuales River rinde mejor de local que de visitante, o cuando se le pregunta si está preocupado por los goles que le convierten a River por falencias en la banda derecha de la defensa.
--Ortega no estaba para jugar la semana pasada y el domingo entró. ¿Evolucionó rápido?
--Yo dije que no estaba para jugar de titular. Si interpretan mal o no saben leer las palabras, problema de ustedes. Evidentemente no estaba para jugar y por eso no fue al banco (contra San Martín de Porres); y evidentemente estaba para jugar y por eso entró en Rosario.
Parece "evidente" que un jugador que no va ni al banco es porque no está para jugar, ni de titular ni un ratito...
--¿Te preocupa que los últimos goles que les hicieron hayan venido por el costado derecho?
--Por el costado derecho... ¿Cuál vino por ese lado?
--Los dos de Central.
--¿El del medio? El de Zelaya fue por el medio.
--Empezó por derecha.
--Hay que ver dónde empieza. Miramos el final pero hay que ver por dónde empieza.
¿Y el River puntero? ¿Y la esperanza de ganar la Libertadores? Simeone disfruta del presente de River, del plantel enchufado, de "todos los jugadores a disposición", de los dos frentes abiertos de par en par. Con batallas encima, se siente tranquilo ante la seguidilla de partidos.
Espera, ahí, que reluzca el River que está puliendo desde el 3 de enero. Sufre, se ve y se siente, cuando hay cuestionamientos o diferencias de criterios ("algunos no pudieron interpretar cómo terminó jugando el equipo ante Central"). Y lo demuestra. Aunque no quita el objetivo de su mente ("hay que ganar el próximo partido, contra Argentinos"), tiene claro lo que se juega a partir de los octavos de final ("el que se equivoca ahí, pierde") y cómo es que quiere conseguir lo que se propone. "Como entrenador, intentaré buscar lo mejor para el equipo, siempre manteniendo la forma. Y la forma es atacar". Al ataque. Siempre al ataque.
